Un niño y su barquito
A veces ocurren cosas en nuestra vida
que parecen desagradables y sin sentido ni plan; pero, si esperamos un
poco, nos daremos cuenta de que cada prueba, cada tribulación, es como
una piedra arrojada sobre las quietas aguas de nuestra vida, y nos
acercan más a Dios...
Un niño se hizo un barquito de madera y
fue a probarlo en el lago, pero el botecito impulsado por una brisa se
fue alejando. Apenado corrió a pedirle ayuda a un muchacho mayor que
leía tranquilamente. Sin decir nada el joven empezó a recoger piedras y
arrojarlas, al parecer en contra del barquito. El pequeño afligido pensó
que perdería el bote y que el grandote se estaba burlando de él. Pero
luego se dio cuenta que las piedras iban siempre un poco más allá del
barquito. Esto generaba una pequeña ola que hacía retroceder el barco
hasta la orilla. Cada piedra estaba certeramente calculada y así, por
fin el juguete fue traído al alcance del niñito, que, contento y
agradecido, volvió a tener en sus manos su pequeño tesoro.
Busca siempre la faz luminosa y positiva
de todos los obstáculos y reveses que te presente cada día. No olvides
que puedes desarrollar la escondida sabiduría de convertir un menos en
más, un fracaso en victoria y una cruz en resurrección y vida. Que pases
un día muy apacible.
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