La Pascua nos anuncia una gran alegría: ¡Cristo ha resucitado! El eco de este gran acontecimiento, resuena en nuestro corazón y en los confines del mundo.
Nuestra fe se basa en este
acontecimiento. La resurrección de Cristo es un acontecimiento que sobrepasa la
historia dejando en ella una huella indeleble que trasciende el tiempo y el
espacio.
Ciertamente con la resurrección se
alegren los cielos y la Tierra. La multitud de los ángeles y de los santos
cantan unánimes. Pero en la Tierra no siempre es así, mientras nuestros
hermanos mueren a manos de otros hombres o permanecen en la ignorancia, el
aleluya pascual contrasta con los lamentos y tristezas de tantas situaciones
dolorosas: muerte, corrupción y analfabetismo. Y, sin embargo, Cristo ha muerto
y resucitado precisamente por esto. Ha muerto a causa de nuestros pecados de
hoy y ha resucitado también para redimir nuestra historia de hoy.
Cristo resucitado está con nosotros
hasta el fin de los tiempos. Vayamos tras Él cantando el Aleluya en este mundo
lacerado. En nuestro corazón hay alegría y dolor; en nuestro rostro, sonrisas y
lágrimas, así es la raza humana, pero Cristo ha resucitado, está vivo y camina
con nosotros.
Feliz Pascua a todos.
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