¡Ustedes, Guardias Suizos son un «manifiesto» de
la Santa Sede! Les agradezco y los animo por esto. 4 mayo 2015
«Cuando encuentran a la gente, a
los peregrinos, ustedes transmiten, con su gentileza y competencia, este “amor
más grande” que viene de la amistad con Cristo. ¡De hecho, ustedes, Guardias
Suizos son un “manifiesto” de la Santa Sede! Les agradezco y los animo por
esto». Son las palabras con las que esta mañana Papa Francisco acogió a los
“suizos” y a sus familiares en una aduiencia, en ocasión del juramento de los nuevos
reclutas.
El Papa recordó que la amistad
con estos “ayudantes”, que cuidan su persona y el Palacio Apostólico, se basa
«en el amor de Cristo: ese “amor más grande” que Él vivió y que dio a sus
discípulos». En la historia de la Iglesia, observó Bergoglio, «muchos hombres y
mujeres han hecho propia la llamada de este gran amor. Los Guardias
Suizos que combatieron durante el Saqueo de Roma y que dieron sus vidas
para defender al Papa siguieron esta llamada. Y responder con dedicación a esta
llamada significa seguir a Cristo».
Francisco recordó que en los
Ejercicios Espirituales, San Ignacio de Loyola, que de joven fue un soldado,
«habla de la “llamada del Rey”, es decir Cristo, que quiere edificar su Reino y
elige a sus colaboradores. El Señor quiere construir su Reino con la
colaboración de los hombres. Necesita personas decididas y valientes. Así,
según San Ignacio, Cristo Rey le pide a quien quiere ir con Él conformarse con
su mismo alimento, con su misma bebida y con sus mismos hábitos. Le pide estar
listo para fatigar durante el día y estar despierto la noche, porque así
participará en la victoria».
Ignacio compara el mundo con dos
campos militares, continuó Francisco, «uno con el alférez de Cristo y otro con
el alférez de Satanás. Solo hay estos dos campos. Para el cristiano, la
decisión es clara: él sigue al alférez de Cristo. Cristo es el verdadero Rey.
Él mismo sale adelanta, y sus amigos lo siguen. Un soldado de Cristo participa
de la vida de su Señor. Esta es también la llamada que les toca a ustedes:
asumir las preocupaciones de Cristo, ser sus compañeros. Así, ustedes aprenden
día a día a “sentir” con Cristo y con la Iglesia».
Un Guardia Suizo, dijo el Papa
trazando el “perfil” de los soldados que llevan uniformes coloridos y que
cuidan su casa, «es una persona que verdaderamente trata de seguir al Señor
Jesús y que ama particularmente a la Iglesia, es un cristiano con una fe
genuina». Por ello, Francisco invitó a los soldados a participar en las misas y
en las confesiones, y a llevar siempre consigo un «pequeño Evangelio, para
leerlo apenas tengan un momento tranquilo. Les ayuda su oración personal,
especialmente el Rosario». Y los ayuda, continuó el Pontífice argentino, «el
servicio a los más pobres, a los enfermos, a los que necesitan una buena
palabra…».
De este modo, animando «a la
gente, a los peregrinos», y transmitiendo «este “amor más grande” que viene de
la amistad con Cristo», los Guardias Suizos se convierten en una especie de
“manifiesto” de la Santa Sede. «Sé que su servicio es difícil. –concluyó
Francisco- Cuando hay labores suplementarias, podemos siempre contar con la
Guardia Suiza, ¡lo sé!».
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