miércoles, 30 de enero de 2019
jueves, 10 de enero de 2019
EL QUE DA RECIBE
EL
QUE DA RECIBE
Autor:
Padre Javier Andrés Ferrer
A este buen amigo lo vamos a llamar Manolo. Iba un día Manolo en su coche por una carretera con sus hijos. Hablaban y uno de los hijos, el menor, cortó la conversación poniendo la atención sobre una señora que estaba de pie a la orilla de la carretera junto a su vehículo. Manolo paró su vehículo tras el de la señora, con discreción para no asustarla y , al punto, pudo comprobar que la señora había pinchado y no se determinaba a cambiar la rueda. Manolo, sin titubear, bajó de su coche y se brindó a la señora para echarle una mano. Al poco rato cada uno seguía su camino.
Al llegar a la ciudad donde se dirigía,
Manolo dejó a sus hijos en la escuela y realizó los recados que tenía que
hacer. Volvió a recoger a sus hijos que salían de la escuela y regresaba felizmente
a su hogar cuando se percata, al pasar un semáforo, de que delante del coche
empieza a salir vapor. Se detiene en el aparcamiento de un restaurante, levanta
la tapa del motor, lo examina y descubre que el radiador está perforado. Se
echa las manos a la cabeza con cierta preocupación e invoca al Señor para que
le sea propicio. Mira a su alrededor y ve que un camión ha aparcado no lejos de
él. Baja de la cabina el conductor y se acerca hasta él, preguntándole qué le
sucede. Manolo le explica lo que le ha ocurrido y añade que iba a telefonear a
uno de sus hermanos que es mecánico.
Pero, ¿tardará mucho en venir su hermano?
Seguramente, porque vive a una hora de la
ciudad.
Llame usted a su
hermano y mientras usted lo espera yo me encargo de sus hijos.
Pues, ¿qué va a hacer usted con ellos?
Lo que usted haría y no puede: darles de
cenar. Mire la hora que es.
"Aquel
señor se portó de maravilla: no hubo manera de que yo pagara la cena; y,
además, nos llevó a casa de unos amigos suyos que vivían allí cerca para que
estuviéramos bajo techo, mientras esperábamos a mi hermano. Y cuando llegó mi
hermano nos acompañó a revisar el coche y solamente se despidió de nosotros
cuando estuvo cerciorado de que el radiador había quedado bien reparado y el
coche funcionaba con perfección. Yo le di las gracias, como es natural, y
entonces él me contestó:
No es nada.
Resulta que hace unas horas venía conduciendo por la carretera y vi que usted
estaba ayudando a una señora a cambiar un neumático. Y, bueno, el que da
recibe..."
martes, 1 de enero de 2019
EL GRAN REGALO DE DIOS
El gran regalo de Dios
En cada Navidad nos maravillamos de la bondad de Dios,
nuestro Padre, que nos regaló a su mismo Hijo Unigénito, hecho niño en Belén.
Ese día, inspirados por el ejemplo de la generosidad de Dios, acostumbramos a
prodigar regalos a nuestro alrededor, a parientes y amigos. Pero hay dones más
valiosos —¡y tan necesarios!— que podemos hacernos sin gastar un centavo.
Esboza una sincera sonrisa... y regálala a quien nunca
la ha tenido. Recoge un rayo de sol en tu corazón... y hazlo volar allá en
donde reina la noche. Descubre una fuente... y permite bañarse en ella a quien
vive en el barro. Vierte una lágrima... y ponla en el rostro de quien nunca ha
llorado.
Enciende el valor en tu pecho... y ponlo en el ánimo
de quien no sabe luchar. Descubre la vida... y alienta a quien se arrastra por
ella. Cultiva la esperanza... e irradia su luz a tu alrededor. Imprégnate
de bondad... y dónala a quien la desconoce. Descubre el amor... y comunica su
fuego al mundo.
Amigo/a: ¡qué hermoso es hacer de tu vida una Navidad!
Anímate a esparcir a manos llenas en el hogar, en el barrio, en tu ambiente de
trabajo, el fuego del amor, la luz de la alegría y la fuerza de la esperanza.
Que esta celebración cristiana te ayude a meditar y proyectar a tu vida la
sorprendente bondad que Dios tiene con nosotros.
* Enviado por el P. Natalio
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