jueves, 10 de enero de 2019

EL QUE DA RECIBE


EL QUE DA RECIBE
Autor:  Padre Javier Andrés Ferrer

A este buen amigo lo vamos a llamar Manolo. Iba un día Manolo en su coche por una carretera con sus hijos. Hablaban y uno de los hijos, el menor, cortó la conversación poniendo la atención sobre una señora que estaba de pie a la orilla de la carretera junto a su vehículo. Manolo paró su vehículo tras el de la señora, con discreción para no asustarla y , al punto, pudo comprobar que la señora había pinchado y no se determinaba a cambiar la rueda. Manolo, sin titubear, bajó de su coche y se brindó a la señora para echarle una mano. Al poco rato cada uno seguía su camino.

Al llegar a la ciudad donde se dirigía, Manolo dejó a sus hijos en la escuela y realizó los recados que tenía que hacer. Volvió a recoger a sus hijos que salían de la escuela y regresaba felizmente a su hogar cuando se percata, al pasar un semáforo, de que delante del coche empieza a salir vapor. Se detiene en el aparcamiento de un restaurante, levanta la tapa del motor, lo examina y descubre que el radiador está perforado. Se echa las manos a la cabeza con cierta preocupación e invoca al Señor para que le sea propicio. Mira a su alrededor y ve que un camión ha aparcado no lejos de él. Baja de la cabina el conductor y se acerca hasta él, preguntándole qué le sucede. Manolo le explica lo que le ha ocurrido y añade que iba a telefonear a uno de sus hermanos que es mecánico.

Pero, ¿tardará mucho en venir su hermano?

Seguramente, porque vive a una hora de la ciudad.

    Llame usted a su hermano y mientras usted lo espera yo me encargo de sus hijos.

Pues, ¿qué va a hacer usted con ellos?

Lo que usted haría y no puede: darles de cenar. Mire la hora que es.

      "Aquel señor se portó de maravilla: no hubo manera de que yo pagara la cena; y, además, nos llevó a casa de unos amigos suyos que vivían allí cerca para que estuviéramos bajo techo, mientras esperábamos a mi hermano. Y cuando llegó mi hermano nos acompañó a revisar el coche y solamente se despidió de nosotros cuando estuvo cerciorado de que el radiador había quedado bien reparado y el coche funcionaba con perfección. Yo le di las gracias, como es natural, y entonces él me contestó:

     No es nada. Resulta que hace unas horas venía conduciendo por la carretera y vi que usted estaba ayudando a una señora a cambiar un neumático. Y, bueno, el que da recibe..."



martes, 1 de enero de 2019

EL GRAN REGALO DE DIOS




El gran regalo de Dios



En cada Navidad nos maravillamos de la bondad de Dios, nuestro Padre, que nos regaló a su mismo Hijo Unigénito, hecho niño en Belén. Ese día, inspirados por el ejemplo de la generosidad de Dios, acostumbramos a prodigar regalos a nuestro alrededor, a parientes y amigos. Pero hay dones más valiosos  —¡y tan necesarios!— que podemos hacernos sin gastar un centavo.

Esboza una sincera sonrisa... y regálala a quien nunca la ha tenido. Recoge un rayo de sol en tu corazón... y hazlo volar allá en donde reina la noche. Descubre una fuente... y permite bañarse en ella a quien vive en el barro. Vierte una lágrima... y ponla en el rostro de quien nunca ha llorado.
Enciende el valor en tu pecho... y ponlo en el ánimo de quien no sabe luchar. Descubre la vida... y alienta a quien se arrastra por ella. Cultiva la esperanza...  e irradia su luz a tu alrededor. Imprégnate de bondad... y dónala a quien la desconoce. Descubre el amor... y comunica su fuego al mundo.

Amigo/a: ¡qué hermoso es hacer de tu vida una Navidad! Anímate a esparcir a manos llenas en el hogar, en el barrio, en tu ambiente de trabajo, el fuego del amor, la luz de la alegría y la fuerza de la esperanza. Que esta celebración cristiana te ayude a meditar y proyectar a tu vida la sorprendente bondad que Dios tiene con nosotros.


* Enviado por el P. Natalio