LA ROSA Y EL SAPO
En tu vida de relación con los demás,
cuídate de subestimar a los pequeños y a los débiles. La sabiduría del
Creador ha dispuesto tan armónicamente sus obras que todo tiene su razón
de ser: lo débil y lo fuerte, lo grande y lo pequeño. Considera pues
con atención y verás cómo cada uno aporta sus dones para el bien de la
convivencia humana.
Había una vez una rosa roja muy bella.
Sabía que era la mejor del jardín. Sin embargo, notaba que la gente la
admiraba de lejos. Advirtió que junto a ella siempre había un sapo
grande y oscuro. “¡Por eso nadie se acerca a mí!”, pensó indignada, y
ordenó al sapo que se fuera enseguida. El sapo, muy obediente, se
retiró. Días después, el sapo pasó por allí y se sorprendió al ver la
rosa marchita, sin hojas y sin pétalos. Le dijo entonces: —¡Qué mal se
te ve! ¿Qué te pasó? La rosa contestó: —Desde que te fuiste las hormigas
me han comido día a día, y ya no volví a ser igual. El sapo añadió:
—Así es, cuando estaba aquí, devoraba esas hormigas, y siempre eras la
más bella del jardín.
Valora lo que hacen las personas,
incluso en tareas no tan brillantes, pero sí indispensables. Fórmate una
idea exacta de la interdependencia que todos tenemos y del aprecio
mutuo que nos debemos. Que sepas hoy bajar a lo concreto esta reflexión.
Por ejemplo, di una palabra de sincero aprecio a la mamá por sus
trabajos del hogar.